Dicho partido lo ganó 2-0, y de esta manera se consagró campeón dándose el gusto de dar la vuelta olímpica en el estadio de su eterno rival, que descendía a la «B» por primera vez. Casi como una costumbre, Independiente salió campeón viviendo un hecho único y anecdótico en la historia del club y también del fútbol argentino; el equipo rojo, que estaba primero con diferencia de un punto con respecto a San Lorenzo y Ferro Carril Oeste, jugó el último partido del campeonato contra su clásico rival Racing Club, que había descendido en la fecha anterior.